La Naturaleza Fractal de la Existencia:
Considerar la existencia como un fractal hiperdimensional implica que hay patrones repetitivos
y conexiones que se extienden a través de todas las escalas y dimensiones de la realidad. Esto
implica que las acciones y experiencias de cada individuo pueden resonar y reflejarse en todo el fractal, afectando y siendo afectadas por el todo.
La individualidad y la universalidad están intrínsecamente entrelazadas.. cada elemento de la
existencia refleja y está conectado con un patrón o principio unificador más grande.
Cada punto en este fractal no solo es parte del todo, sino que también contiene en sí mismo una
representación del todo. Esto refuerza la idea de interconexión y unidad en el universo,
sugiriendo que cada elemento, por pequeño que sea, está intrínsecamente conectado y es
reflejo del cosmos.
Siguiendo la noción hermética de "Como es arriba, es abajo", este fractal implica que los patrones y estructuras observados a nivel macrocósmico se reflejan en la escala microcósmica.
Cada persona, cada objeto, refleja en su existencia y estructura los patrones y principios del
universo en su conjunto.
Si cada individuo está conectado con el todo y, por extensión, con lo divino, entonces cada acción y pensamiento tiene un impacto en el fractal completo. Esto puede llevar a una visión moral y
espiritual del mundo donde nuestras acciones y decisiones tienen un significado y una resonancia más allá de nuestra comprensión inmediata.
En un fractal, cada parte contiene la esencia del todo. Esto sugiere que dentro de cada individuo
reside un potencial infinito y una profundidad que va más allá de lo aparente. Cada persona tiene
la capacidad de acceder a una comprensión y a una experiencia que refleja la totalidad del
universo.
Este sistema fractal subraya el principio de correspondencia: los patrones y leyes que rigen una parte del universo se aplican a todas las otras partes. La resonancia entre estos patrones podría
ser la base de fenómenos como la sincronicidad o las coincidencias significativas.
La evolución personal y colectiva puede verse como un proceso fractal, donde cada etapa de
crecimiento refleja y contiene las lecciones y estructuras de las etapas anteriores, pero en una escala mayor y más compleja.
Reconocer que formamos parte de un todo mayor puede inspirar una búsqueda de armonía y
equilibrio, tanto internamente como en nuestras interacciones con el mundo, ya que cada desequilibrio en un punto afecta la estructura global. De hecho, explicaría fenómenos cuánticos
como el entrelazamiento cuántico o el principio de no-localidad.
Hay “dimensiones de dimensiones”, que no “dimensiones y dimensiones”.
Dado que toda dimensión es inclusiva a las que la preceden. Cada dimensión podría considerarse
una perspectiva en la que se revela la realidad. Un ejemplo sería el de la hormiga, luego ver que
llegan más hormigas, y tomo consciencia, me doy cuenta que hay más.. así que se toma la consciencia que la hormiga es de dimensión inferior al de las hormigas, al igual que estas dos
son de dimensión perceptual inferiores al del hormiguero, a la vez este es inferior al del bosque y podríamos seguir hasta llegar al omniverso: al todo, al 1.
Al ser un fractal, la perspectiva es
bidireccional, es decir, del omniverso, podemos llegar a la unidad del átomo, al 1..
En realidad
no hay inicio ni fin, simplemente ES, siendo en sí mismo “inicio y fin”, y siendo estas dualidades
una mera ilusión de perspectiva a la que nuestra consciencia está atada a en este plano hiperdimensional.
Antes de ejemplificarlo quiero aclarar que las perspectivas dimensionales son bidireccionales, es
decir, cuando digo inferior puede llamarse perfectamente superior. Aclarado esto y añadida así
esta perspectiva dimensional, procedo con ejemplificarlo:
La unidad, el punto, (lo que ES) es de dimensión inferior a la dualidad. Dado que donde existe el
todo, existe la nada, aparece la dualiad siendo esta idea, el ser consciente de ello, de perspectiva de dimensión superior.
Siendo el 3 la perspectiva del punto de equilibrio, nos lleva al 4. Vemos el 3 como un triángulo,
pero dado que su punta es el punto de equilibrio, llegamos a las 4 perspectivas de 90º que completan el círculo y complementan la linea (2x2).
Los 4 elementos son de dimensión inferior
a la naturaleza o el plano material en el que vivimos (6) (el cual se puede simplificar con el 4 según la perspectiva dimensional ya que son inclusivas).
El 7, el centro del hexágono, representa: el hombre y su consciencia. Nuestra consciencia en este
cuerpo y, ocupando este plano material, el yo presente atado a esta realidad (se puede
simplificar con el 5 siendo el centro del cuadrado [los 4 elementos], el hombre). A la vez se puede
simplificar al hombre con el cubo…
Esto nos lleva al 9, la perfección, el centro del cubo, el control sobre la consciencia, el hombre consciente: la dimensión del teseracto reflejada en 3 dimensiones (el cual se puede simplificar
con el 1...).
Otro ejemplo menos abstracto:
Nuestros 5 sentidos son de dimensión inferior al habla, a la capacidad que tenemos para
comunicarnos. Esta es de dimensión superior a todas las anteriores ya que: hablando, puedo llegar a hacer resonar a otro hermano y describirle el sabor de esta naranja, el paisaje que veo, incluso puedo usar recuerdos que tenemos en común para que esa persona se haga a la idea de
qué información queremos transmitir.
El habla, es de una dimensión superior inclusive a la de los sentimientos, la cual está atada a este
plano. El habla ocupa claramente una de las dimensiones más elevadas que existen, tal vez por eso, la famosa frase de FIAT LUX fue lo primero que apareció en esta dimensión: el sonido, la vibración consciente del habla. Esta vibración, es la fuerza que unifica el positivo y el negativo de
una onda, generando a su vez frecuencias (de dimensión superior a la vibración que las contiene)
etc..
Y qué sería de la dimensión del habla sin complementarse de la experiencia: del conocimiento.
Sin conocimiento no hay nada que decir… En estos instantes veo al habla y el conocimiento como
2 complementarios siendo el Yo el 3.
Hablando con sabiduría (3) puedo crear (4) nuevas ideas,
se entrelazan cubos (personas) y crean nuevas dimensiones.
El habla estaría en la misma línea
dimensional que la sabiduría, siendo su centro la consciencia.
El uso consciente del conocimiento y el habla, hace que vibremos en sociedad, que generemos
arte, ciencia, música, matemáticas, ideas..
Estas dimensiones superiores provienen de la interrelación e iteración dimensional que las precede (cada individuo que ha aportado su granito
de arena en cada materia), son resultado del hombre (5) consciente.
Todo se puede percibir de un modo dimensional.. Los hijos, cuya perspectiva de vida a menudo
choca con nuestro modo de entender, tienen su propia perspectiva, dimensionalmente hablando y atado en el tiempo, tienen menos experiencia. Esta experiencia, si es conscientemente vivida y no en automático, implica adquirir conocimiento.
La perspectiva del hijo es de una dimensión
inferior a la de los padres. A la vez todo esto implica que el hijo, adquirirá su propia perspectiva
con la madurez, que puede ser diferente a la de los padres dado que este plano, se muestra con un recorrido lineal en espacio y tiempo, siendo el momento de perspectiva, propio e individual de cada persona. Este hijo, habrá adaptado lo adquirido por los padres, más su propia
perspectiva adquirida por la experiencia y se adaptará al momento (espacio-tiempo). No es la misma perspectiva la de un individuo de 1800 que la de uno del 2023. A pesar de ser distintas,
ambas pueden ser buenas perspectivas de vida.
Círculos – Centro de todo (dios, consciencia).
Su vértice central unifica al resto de vértices (creaciones cúbicas hiperdimensionales), inicio y fin que engloba todos los vértices que forman la estructura fractal.
Cubo exterior – Naturaleza
Cubo intermedio – Cuerpo
Cubo interno – Mente
Triángulo – Consciencia
No hay mayor símbolo al que centrar nuestra atención consciente que el presente
La capacidad de cada individuo de “ver” la realidad, al igual que de “leer” un símbolo, depende de su propia perspectiva así como de las dimensiones a un nivel lógico o del pensamiento
(sabiduría) que haya adquirido mediante la experiencia. No es la misma realidad la que percibe un niño a la de un adulto, cuyos consejos son reflejo de su experiencia.
Esta capacidad de percibir la realidad, se puede ejemplificar mediante el área generada por el
círculo en el triángulo:
Esa consciencia, el ser “consciente de…” sería el área del
triángulo, lo que nos lleva a cuántas dimensiones internas
contiene y, por ende, cuánto es capaz de percibir. Si el área es
más grande, su perspectiva de la realidad es más amplia. Es decir, la percepción, el ser consciente de, dependería no solo
de los 5 sentidos si no también de la capacidad perceptual de cada individuo.
En el dibujo esta consciencia quedaría
representada por el área. Esta consciencia será la que vea más
allá o no según las perspectivas dimensionales que contenga. Por eso un símbolo es evolutivo en su interpretación, dado que depende de las dimensiones perceptuales de la consciencia: hasta
dónde es capaz de percibir. Este “hasta donde” dependería de sus niveles de percepción (lo que nos lleva a dimensiones perceptuales).
Inicialmente, el símbolo apareció como un elemento cuyo objetivo era el reconocimiento como
iguales. Ese objeto recibía el nombre de “symbolion” en griego. Un objeto era partido en dos y requería de ser reunido para volver a formar su unidad. Ya, en su propio origen etimológico, podemos desvelar la dualidad y la unidad que busca formar nuevamente.
Teniendo en cuenta su
espiritual origen, el símbolo implica en su objetivo final una reunificación de la dualidad. Si observo mi entorno, el símbolo es representado en la dimensión o plano material: un color,
un número, una figura geométrica, un sonido, una vibración, un olor.. Todos ellos aparecen en el plano material y son perceptibles a través de los 5 sentidos, pero el conocimiento que hay detrás de él, no depende de los 5 sentidos, sino de la consciencia del observador, así como de las dimensiones perceptuales que contiene.
Así entonces, el símbolo es en sí mismo un vértice, un punto de unión entre lo material tangible y lo inmaterial e intangible: la consciencia. Éste siempre nos invita a reflexionar pudiendo así transmutar la consciencia,ampliando sus dimensiones perceptuales, al desvelar su conocimiento.
Dado que el significado de un símbolo depende de la consciencia del observador, la percepción
que tendrá el observador dependerá intrínsecamente de sus dimensiones perceptuales internas.
El conocimiento que hay detrás del símbolo será velado o no, según el observador, cambiando así su significado y profundidad conforme a este. El símbolo une ambos planos, el físico y el metafísico. En su faceta metafísica: en la
transmutación de la consciencia de cada una de las personas cuando, al reflexionar acerca de estos símbolos aumentan sus perspectivas dimensionales. El reflejo de esta transmutación de
consciencia es, a la vez, elemento de transmutación en el plano físico (con nuestros actos). Es así
como el símbolo se convierte en un vértice, siendo este bidireccional físico-metafísico.
Lo que llamamos presente es el vector de unión entre pasado y futuro. Vivimos en un plano en el que el tiempo se nos presenta
linealmente. Si este (el tiempo) no se tiene en cuenta, hablaríamos de un presente estático, igual que una foto. En ese
caso viviríamos sumergidos en un vídeo en pausa, sin
movimiento. Esas 3 dimensiones dependientes de 3 dualidades
(delante-detrás, arriba-abajo, derecha-izquierda) quedarían incompletas sin contar con una cuarta dimensión adicional que se desprende: la idea del tiempo. Así entonces se añade otra dualidad: pasado, presente y futuro.
Dado que cada vértice es un sistema fractal del todo, y siendo el presente un vector, es este una representación en tiempo real del todo, adquiriendo
la cualidad de símbolo. El ser consciente de cómo observo el presente refleja no solo el todo si no también a mí mismo.
(Sergi Garcia Mecinas)