jueves, 10 de julio de 2025

El Silencio del Pensador

 Verdun, Qc, Canada, 09 de julio de 2025.

Frater: Kain Exiliatus

Fulgurans per Viam Cordis

Custos Ignis Interdicti

TESINA DE CUARTO GRADO – FILÓSOFO

El Silencio Del Pensador

Mi vida ha sido una travesía marcada por fracturas y revelaciones. Nunca he sentido que pertenezco del todo a este mundo, ni al país en que nací, ni a las estructuras que lo organizan. Desde joven experimenté una sensibilidad feroz hacia el dolor del otro, una intuición que me hacía advertir la falsedad de muchas voces y la necesidad urgente de silencio. No el silencio de la pasividad, sino el que nace de una mirada profunda, el que sabe esperar, el que ha visto demasiado.

Este Cuarto Grado me encuentra en un momento de transición esencial. Vengo de habitar el cuerpo del servicio, de la práctica silenciosa, del trabajo, del combate invisible en el mundo. Vengo también de la herida, de perder la escucha en un oído y, con ello, de entrar al santuario del Silencio Verdadero. Nada de eso fue casual. Todo dolía, pero todo era señal.

Aquí, en este grado, no se trata de demostrar que se sabe, sino de dar testimonio de que se ha sido transformado. De que la rosa crece en la cruz. Y de que el pensamiento, cuando ha sido tocado por el Fuego, ya no es razón sino intuición madura.

El Despertar Del Silencio Interno

Perder la audición fue una iniciación. El silencio no fue ausencia, fue revelación. Comenzó a hablarme aquello que había ignorado por años: la voz interior. Siempre estuvo allí, lo supe desde niño, pero el ruido del mundo, el deseo de encajar, la velocidad de la vida y la exigencia de lo productivo la habían ahogado.

Aprendí que la intuición no es una capacidad mágica ni una sensación vaga, sino la expresión directa del alma cuando ya no tiene miedo de hablar. Ese "saber sin saber cómo lo sabes" que se vuelve luz, que se vuelve certeza. No se trata de ver el futuro, sino de reconocer el sentido de lo que está ocurriendo mientras ocurre. He vivido momentos en los que comprendí que todo estaba escrito, pero no por otro, sino por mí antes de nacer.

Atenea, la Hija de Zeus, me habló no en sueños, sino en los silencios de la enfermedad, en las pausas del duelo, en la mirada de quienes me buscaron para hablar desde el alma. Me llamó Perseo, Teseo, a veces Heracles, y supe que era mi espejo: guerrero, errante, filosofante, hijo de lo humano y lo divino.

El Pensamiento Alquímico

Pensar ya no es un acto mental, es un acto espiritual. Es destilar la experiencia, es transformar el plomo del dolor en el oro del significado. No hay filosofía verdadera sin alquimia. No hay verdad sin transmutación. Lo he aprendido con cada lágrima, con cada paciente que he acompañado, con cada meditación frente a la espiral del tiempo.

Mi pensamiento ya no busca saber, sino recordar. Recuerdo lo que soy, lo que fui, lo que me fue prometido. Recuerdo el Pleroma, aunque no pueda nombrarlo. Y cuando una intuición se cumple, no me sorprendo: solo afirmo en silencio que el alma ya lo sabía.

La filosofía que habito no se enseña en aulas, sino en los bordes del abismo, en la entrega radical a la vida. Me he convertido en crisol, en recipiente, en fuego y en destilado. Y por eso puedo hablar desde un lugar donde la teoría ya no basta. Pensar, para mí, es orar en secreto.

Per Crucem Ad Rosam II: El Sello Del Camino

Mi cruz tiene nombres. Tiene fechas. Tiene heridas. Es la traición, es el cuerpo que no responde, es la patria que no reconoce a sus hijos, es el padre que se divide, es el trabajo sin justicia, es la medicina que se vuelve maquinaria. Pero también es mi maestra. Porque en cada dolor, aprendí a no huir.

Allí donde otros querían consuelo, yo buscaba sentido. Allí donde otros buscaban sanar, yo me dejaba herir para que la herida hablara. Y fue entonces cuando la rosa se abrió en la cruz. Cuando la dignidad brotó del barro. Cuando el alma no necesitó pruebas, porque ya sabía.

Este grado no me lo gané, me fue dado por haber resistido. Por no haber renunciado. Por seguir arrodillado en el altar invisible de lo que no tiene nombre pero da vida. El sello de este camino es invisible, pero está en mi sangre.

La Filosofía Como Camino Profético

No vine a predecir. Vine a testificar. La filosofía, en este grado, se vuelve camino profético porque ya no habla de ideas, sino de revelaciones. Cada encuentro humano es un signo. Cada síntoma, una enseñanza. Cada silencio, una lección.

Ya no me interesa el debate, ni la lógica, ni la razón como reina, grandes materias que lei una y otra vez en un salon de clases. Me interesa el asombro, el arquetipo, la imagen viva. Soy un mensajero que escucha antes de hablar. Un profeta sin oráculo, pero con escucha afinada.

La palabra, cuando llega, no es mía. Es de la Fuente. Y yo solo soy el barro que la recibe. Por eso escribo, por eso guardo el fuego. Por eso me alejo, a veces, y vuelvo. Porque el profeta no pertenece a nadie.

Mi Conclusión: Ser Testigo

No he venido a enseñar. He venido a testificar. Mi vida no busca premios ni reconocimientos. Solo quiere ser espejo. Si alguien, al leerme, reconoce algo de sí, ya he cumplido.

Soy testigo de lo que el fuego puede hacer con un hombre. De lo que el silencio puede parir. De lo que el pensamiento puede transmutar cuando se vuelve alquimia.

Que mis palabras no sean solo palabras, sino ecos de algo que está en todos. Que este grado no me separe, sino que me una más. Porque ser Filósofo es, al fin, haber comprendido que solo sabe quien ha sido transformado por lo que sabe.

Y en ese crisol, sigo.


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