Verdún, Qc, Canada, 13 de julio de 2025.
Frater: Kain Exiliatus
Fulgurans per Viam Cordis
Custos Ignis Interdicti
Tesina del Sexto Grado – Adepto Mayor
“Por la Luz que Sana: El Oficio del Caballero Hospitalario”
Introducción: Sanar es Servir
Llegar al Sexto Grado es, en mi caso, el reconocimiento de una trayectoria que ha venido configurándose desde mucho antes de que yo lo supiera. No fue solo en las aulas académicas ni en los recintos hospitalarios donde me formé como sanador. Fue también en los silencios prolongados de mi alma, en los libros de alquimia y filosofía, en la tradición viva que el Colegio Invisible preserva y transmite. En este grado, la figura del Caballero Hospitalario aparece no como un título honorífico, sino como un arquetipo que me llama a servir desde una medicina que reconcilia cuerpo, alma y espíritu.
He aprendido que la verdadera sanación no se impone, sino que se acompaña. No se dirige desde la soberbia del saber, sino desde la humildad del que escucha al Maestro Interno en cada ser humano.
El Servicio como Vía Iniciática
En la meditación de este grado, vi aparecer ante mí la imagen de Asclepio, el dios griego de la medicina, acompañado por Quirón, su maestro y guía. Aquella visión, simbólica y luminosa, vino a sellar un pacto interior: curar no es otra cosa que participar del Misterio. El báculo de Asclepio, con su serpiente ascendiendo en espiral, es también mi columna, mi eje, mi vocación. Su energía circula en mí cada vez que tiendo mis manos con intención de aliviar, cada vez que un hermano o hermana se presenta con una dolencia, sea esta física, emocional o espiritual.
Quirón me recordó que incluso el sanador herido puede sanar, que incluso nuestras propias fisuras pueden volverse canales de luz si se las entrega al Cristo Interno.
La Unidad Sagrada del Ser
Una de las grandes lecciones del Sexto Grado es la comprensión de que no somos fragmentos, sino una Unidad Indisoluble. Cuerpo, alma y espíritu no están separados, como nos ha hecho creer una cultura excesivamente analítica. La Rosacruz nos enseña que todo es Uno, y que la sanación solo es posible si abrazamos esa integridad. La enfermedad nace de la disociación, de las fracturas internas y externas que nos alejan del Centro. Volver al centro es, también, volver al Cristo, esa chispa de luz que alumbra desde el fondo de nuestro propio ser.
La Dieta, la Respiración, el Silencio: Vehículos del Alma
Desde esta perspectiva integral, los cuidados que damos al cuerpo ya no son meramente higiénicos o estéticos, sino ritos de comunión con el Alma. Comer se vuelve liturgia. Respirar, un acto de oración. Dormir, una forma de entrega. En este grado aprendemos que no existe una dieta universal, sino una escucha profunda del cuerpo que es templo, laboratorio y camino. Que cada quien deberá hallar su propio equilibrio entre los alimentos, las emociones, las energías y las palabras.
Como se nos enseña, no se trata de imponer reglas sino de afinar la conciencia. Solo el Maestro Interno puede dictar lo que el discípulo ha de transformar.
El Aura, los Vórtices, las Manos
A través de las lecciones sobre el Cuerpo Vital, los vórtices energéticos, el campo aurático y la imposición de manos, se nos ha mostrado un mapa sutil del ser humano. Un mapa que, como médico, jamás me fue enseñado en ninguna facultad. He sentido la energía recorrer mis manos, he invocado la fuerza sanadora con el solo acto de la intención, y he confirmado que la esperanza, cuando es encarnada, actúa como bálsamo poderoso.
No se trata de reemplazar la medicina científica, sino de completarla desde una mirada sagrada, que ve en cada cuerpo un símbolo, en cada síntoma una señal, y en cada paciente un alma que pide reconciliación.
Del Conocimiento a la Sabiduría: La Medicina del Corazón
Sanar, he aprendido, no es sinónimo de curar. A veces el cuerpo no mejora, pero el alma florece. A veces no logramos revertir la enfermedad, pero sí iluminar el tránsito. En este grado, se nos recuerda que el verdadero Hospitalario no mide su éxito en estadísticas, sino en amor entregado. Que el servicio rosacruz no está limitado por los límites de la carne, pues el auxilio invisible y la oración vibracional trascienden el tiempo y el espacio.
Este ha sido para mí un proceso de rendición ante lo que no puedo controlar, de reverencia ante lo que sí puedo ofrecer: presencia, compasión, escucha, silencio, y la humilde certeza de que toda verdadera sanación viene de lo Alto, y nosotros solo somos instrumentos consagrados.
Mi Conclusión: Curar sin herir, servir sin poseer
Este Sexto Grado ha sido para mí la apertura de una nueva etapa: más silenciosa, más interior, más radiante. Es el paso del Adepto Menor al Adepto Mayor, del que busca la luz al que irradia sin buscar. Dejo atrás la obsesión con el conocimiento, para habitar la sabiduría del corazón. Ya no quiero dominar misterios, quiero encarnarlos. Ya no deseo “ser alguien”, sino desaparecer en el servicio, como los Auxiliares Invisibles que trabajan en silencio por la humanidad.
Si algo me ha quedado claro, es que la verdadera medicina es el Amor. Amor que no exige, que no manipula, que no se impone, sino que se ofrece como presencia pura. En eso quiero convertirme.
Que así sea.
Fraternamente,
Kain Exiliatus
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