De la realidad a la consciencia
¿Cómo definir aquello que consideramos realidad?
Esa fue la pregunta que le realicé a mi niña de 10 años. Juanita… Ella se gira devolviéndome una mirada extrañada por el tono en que la
llamo por su nombre.. Entonces le hago la pregunta: “¿Cómo podrías definir la realidad?”, tras
devolverme un “yo que sé” como respuesta y tras invitarla varias veces a pensar, me devuelve
una respuesta más razonada:
“Todo lo que puedo ver y tocar”… No me parece un mal comienzo para empezar a profundizar y es que esto me lleva a pensar en dos puntos que dependerán intrínsecamente de esta perspectiva de la realidad:
- Los 5 sentidos atados a este plano material
- La necesidad de un observador consciente
Entendiendo la realidad bajo esta perspectiva, se podría definir la realidad como toda aquella experiencia que somos capaces de percibir con nuestros 5 sentidos de un modo consciente. Pero,
definir así la realidad, nos daría una perspectiva sesgada de lo que nos rodea: del TODO.
Nuestros
5 sentidos nos dan una percepción limitada a unas longitudes de onda concretas, fuera de ellas, no somos capaces de percibir más allá. Somos capaces de ver un espectro de luz comprendido entre los 380 nm y los 750 nm, pero no somos capaces de percibir los ultravioletas por ejemplo, cuando forman parte también de la realidad a pesar de no observarlos.
Además, desde una perspectiva cuántica, nuestros sentidos nos sumergen en un misterio aún más intrigante puesto que aquello que tocamos, en su esencia, no son objetos sólidos en el
sentido clásico, sino más bien campos de energía cuyos electrones y partículas subatómicas
interactúan en estados de probabilidad. Lo que percibimos visualmente como materia, en realidad, es la manifestación de energía que, a través de su interacción, se traduce en longitudes
de onda, en frecuencias, que nuestro cerebro interpreta como formas, sustancia, luz, sonido,
materia...
Estos 5 sentidos son para mí 5 canales de consciencia que descifran dichas probabilidades y nos
muestran aquello que, como observadores conscientes, debemos percibir dada nuestra
perspectiva.
La consciencia, en su inmaterialidad, es la que en última instancia decide qué es real y qué no, lo que me lleva a determinar que, la definición de realidad basada en la percepción desde la
perspectiva de la materialidad es incompleta, puesto que es la consciencia la que convierte la
experiencia en real.
Definir la consciencia es tremendamente complicado, de hecho, hay varias dimensiones de
consciencia. Para mí, la cualidad de la experiencia es consciencia. La percepción del presente y su entorno es consciencia. Las dualidades de luz, el sonido, el calor etc que nos atan a este plano
material no existen, son cualidades de la consciencia. Por ejemplo, físicamente el sonido son movimientos de partículas, pero en sí mismo, no existe.
Esto me lleva a pensar en la importancia del pensamiento consciente en espacio y tiempo presente. En cómo la consciencia es la que puede transmutar ciertamente lo que llamamos
realidad.
Voy a retomar el párrafo anterior en el que menciono la dualidad de la naturaleza energética de la materia, pues siendo energía-materia una dualidad, es en sí misma una unidad.
Creo firmemente que, para que se presente lo que llamamos realidad material, debe existir siempre un observador o una medición consciente de esta. Es entonces cuando se rompe el estado de unidad o superposición cuántica en la que se encuentra y se muestra la “realidad” en su
polaridad dual, y todo esto según la perspectiva que ocupe el observador.
Del mismo modo que el experimento de la doble rendija. En este experimento se demostró que las partículas como electrones o fotones pueden exhibir un comportamiento dual (ondamateria). Cuando no se observa el proceso de las partículas pasando por unas rendijas, estas se
comportan como ondas. Sin embargo, al observarse el proceso, estas se comportan como partículas individuales, desapareciendo el patrón de interferencias generado anteriormente al
comportarse como ondas.
El simple acto de observar algo puede influir en su comportamiento, rompiendo su estado de superposición (unidad) y polarizándose en una dualidad según el plano que ocupe el observador.
El 1 contiene en su esencia misma al 2. En este punto me planteo que, la capacidad de observar, de “darse cuenta de…”, de ser plenamente consciente, depende totalmente de la perspectiva del
observador.
Esto implica aceptar la idea de que la realidad es subjetiva y puede variar enormemente entre individuos basándose en su percepción (espacio y momento), así como en su experiencia y capacidad o dimensión de consciencia, según el punto que ocupe en su camino evolutivo.
Con esta imagen quiero representar
que, siendo el cilindro la realidad, si nuestra consciencia vive atada y polarizada a uno u otro lado de la región de sombra (zona azul o zona amarilla), como seres individuales
únicamente seríamos conscientes de nuestra propia perspectiva de la realidad: tendríamos el que apuesta a que la realidad es un cuadrado y los que lo niegan alegando que la realidad es un círculo. Se convierte entonces la realidad en algo subjetivo y atado a la perspectiva que se muestra en una
dimensión dual para el observador atado al plano 2D. Es por esto que requerimos de
comunicación consciente, comunicación sin ego atado a este plano dual…
también de la
tolerancia y del respeto que se desprenden de entender que bueno o malo solo es cuestión de la perspectiva que ocupa el observador.
Además, esta perspectiva está sesgada como individuo y depende del momento temporal en el que suceda esa experiencia en su evolución personal
como consciencia.
Esa comunicación, basada en pilares como el respeto y la tolerancia, será necesaria para llegar a
un punto de vista más amplio de lo que percibimos acerca de lo que es la realidad.
En este caso de la imagen, la realidad que percibiría cualquiera de los que viven en el plano azul o amarillo es un espejismo en esta representación dimensional en 2D, siendo la realidad algo
multidimensional, representada en este caso por un cilindro en otra dimensión de perspectiva 3D. Los habitantes de ambos planos 2D deberían llegar, mediante la comunicación como punto de unión entre opuestos, a poder intercambiar perspectivas y entender la realidad en su conjunto.
Dado que vivimos atados a este plano material en la que la realidad se nos plantea
como dual, debemos superar la dualidad elevando nuestro estado de consciencia sobre el ego y aceptando ambas polaridades como perspectivas diferentes de una misma realidad. Es así como se puede llegar a transcender la dualidad, ampliando la
perspectiva del observador y obteniendo una visión o perspectiva de conjunto.
Nuestra capacidad de ser conscientes y percibir la realidad, depende en esencia de la perspectiva y atención consciente del observador.
Dadas las múltiples perspectivas y dado
que experimentamos la realidad como seres individuales, se
requiere de comunicación, tolerancia y respeto entre ellas para
entender mejor entre todos lo que en realidad somos.
Finalmente, quería atar todo esto con un último pensamiento: el de
entender la realidad como un sistema fractal. La naturaleza del fractal define que cualquier parte es representación del todo, así entonces, cualquier parte consciente y atada al fractal es en sí
mismo el centro de todo como ser individual. También, su
naturaleza lleva a entender que con el conjunto de todas las partes se forma el todo.
Vivimos como seres conscientes atados a este plano fractal, de origen dual y con perspectivas sesgadas. Cada uno
de nosotros estamos experimentando nuestro momento, pero en esencia, somos lo mismo: consciencia.
Se podría decir que todo es consciencia, incluso que entre todos formamos aquello que
llamamos Dios siendo nosotros parte de él mismo.
Entendiendo que somos parte de este fractal al que estamos atados en búsqueda del equilibrio
y que entre todos formamos el TODO, aumenta mi sentimiento de fraternidad, de tolerancia y
de respeto así como las ganas de escuchar las distintas perspectivas y experiencias de
mis
semejantes.
Cada ser consciente es reflejo y efecto de la consciencia colectiva, del TODO.
(Sergi García Mecinas)
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